jueves, 24 de enero de 2013

CALZADO DEPORTIVO


El calzado deportivo ha sufrido una gran revolución, tanto en la composición de sus materiales como en la ergonomía y diseño. Las grandes firmas deportivas invierten mucho dinero en estudios de todo tipo para mejorar en este sentido. En la actualidad todos las marcas de calzado deportivo utilizan el EVA de diferentes densidades, derivados plásticos, viscoelásticos o geles, grafitos, acrílicos como el gore-tex, incluso elementos gaseosos como las cámaras de aire. La zapatilla deportiva basa su fabricación en desarrollo de tres conceptos: amortiguación, estabilidad y control, dando paso a una gran diversificación de productos destinados a las características propias de cada deporte, de forma que podemos encontrar zapatillas para correr sobre asfalto, running, campo a través, cross y mixtas cross training.
Al mismo tiempo y teniendo en cuenta las características propias de cada corredor, nos encontramos con zapatillas de pisada neutra, de pronador, para corredor ligero o de más de 80kg de peso, para entreno o de competición. Gracias a estas mejoras ha disminuido el índice lesional, pero a pesar de ello tenemos de tener en cuenta las siguientes consideraciones como factores lesionales:
Deterioro del material deportivo con el uso y la disminución de la capacidad de absorción del impacto.
Control de kilometraje, entre 800 y 1200 kilómetros por cada par de zapatillas, dependiendo del tipo de pisada.
Endurecimiento del material con el paso del tiempo.
Desgaste y despegue de la suela, normalmente de poliuretano.
Deformación de la zapatillas según efecto de la pisada.
Rotura de costuras. Desgarros del tejido.
Cuanto más ligera sea la zapatilla menor será el factor de amortiguación y estabilidad y, por lo tanto, mayor será el riesgo de lesión, mientras que las zapatillas con mayor índice de amortiguación y de corrección tendrán el handicap del mayor peso, que se traducirá en mayor esfuerzo por parte del corredor y peor crono. Por consiguiente, cada corredor deberá encontrar, dentro de lo que ofrece el mercado, la zapatilla con las característica más apropiadas, para lo cual deberá tener en cuenta el kilometraje que realiza a la semana, el tipo de superficie por la que entrena, su peso, el tipo de pisada, etc.
Los pies con alteraciones estructurales dan como consecuencia mayor deformidad y desgaste del calzado.
El peso de la zapatilla es un elemento a tener en cuenta. Oscila entre los 170 de una zapatilla de competición a los 350 gramos de una zapatilla de entreno. A lo largo de una maratón estaremos hablando de varias toneladas de peso. No olvidemos que cada 10 gramos de peso se convertirán en 200 kilos a lo largo de 10 kilómetros. Sin embargo, la zapatilla de entreno es más estable y amortiguadora que la de competición, que solo será recomendada para deportistas de élite o corredores populares de poco peso y buena estructura física.


La sujeción o control será una variable importante sobre todo en corredores pronadores y/o con talón inestable, tendentes a provocar esguinces de repetición. La amortiguación es una virtud fundamental sobre todo en corredores con pies cavos (exceso de bóveda), pie rígido y con peso por encima de los 80 kilos. Otra diferenciación será la derivada del terreno, ya que la capa superficial de la suela será diferente según el tipo de superficie, incluyendo tacos en terrenos agrestes y más o menos lisa para el asfalto. Cuando esta capa de la zapatilla desaparece por el desgaste habrá llegado el momento de renovarlas por otras.
En definitiva la elección de las zapatillas es un factor importante dependiendo de nuestra estructura y la actividad que vayamos a realizar, pero no hemos de olvidar que si sufrimos alguna patología derivada de nuestra biomecánica sólo un profesional sanitario como el podólogo en un entorno multidisciplinar, puede realizar diagnósticos y tratamientos acordes a nuestras patologías.

jueves, 10 de enero de 2013

BIOMECANICA DE LA CARRERA




1. Recepción del talón en el suelo 


La carrera consta de dos fases fundamentales: una fase de apoyo en la que uno de los pies se encuentra sobre el suelo y el otro en el aire; y una fase aérea en que ambos pies están en el aire, a diferencia de la marcha normal en la que siempre hay un pie sobre el suelo. El pie inicia la fase de apoyo contactando normalmente con la parte posterior y externa de su talón y esto es común a todos los corredores, incluyendo a los pronadores. Por ese motivo en la zona del talón se encuentran dos huesos muy robustos y relativamente grandes: el calcáneo que haría el papel de forzudo y que tiene que la complicada tarea de encontrarse con el suelo, y el astrágalo, que es como el jinete que cabalgando sobre el calcáneo dirige la maniobra que el pie tiene que desarrollar para amortiguar el choque contra el suelo y va a ser en este momento y debido en parte en desajuste de la alineación de estos dos huesos cuando se van a desarrollar patologías como las talalgias y la tendinitis aquilea. Este primer apoyo del talón se va a ver reflejado en el desgaste de la suela de la zapatilla, así como la deformación del talón.


2. Apoyo completo del pie
 


Es el momento en el cual el pie se encuentra totalmente apoyado sobre el suelo; es precisamente cuando más estrés sufre el pie y el resto del aparato locomotor al tener que frenar parte de la aceleración que lleva nuestro cuerpo y contener además nuestro peso, que se ve incrementado varias veces por la energía del salto y la oposición que ejerce la superficie por la que transcurre la carrera. En esta localización el tarso, conjunto de 5 huesos pequeños formando pequeñas articulaciones que dotan al mediopié de fortaleza y elasticidad, cualidades necesarias para permitir al pie adaptarse a cualquier tipo de terreno. En esta fase de la carrera representa un papel primordial el equilibrio estructural del pie, así como la musculatura cuadricipital y tibial, ya que el músculo cuadriceps tendrá como cometido el frenado de la rodilla en su desplazamiento anterior, el tibial anterior para dirigir y ralentizar el aterrizaje del pie sobre el suelo, el tibial posterior para frenar la caída mediotarsiana, principalmente a nivel escafoideo, y la fascia plantar, cuyo grado de elasticidad amortiguará el impacto del pie y lo preparará para la fase de despegue. Las lesiones en este periodo de apoyo total van a ser, por tanto, distensiones musculotendinosas como la fascitis plantar, esguinces de tobillo, tendinitis tibial y peroneal, periostitis tibial, síndromes por fricción como el de la cintilla iliotibial y trocanteritis hasta distensiones en aductores y osteopatías de pubis etc. En la actualidad sabemos que el pie pasa de pronación fisiológica o normal a pronación viciosa o patológica a partir de los 10km de carrera, aproximadamente.





3. Despegue del pie
 


Es en este momento cuando el pie abandona su apoyo sobre el suelo gracias a una potente contracción del músculo triceps sural, gemelos y soleo. Es fácil entender que la principal lesión en este momento será la sobrecarga de los citados músculos así coma la inflamación del tendón de aquiles. Los huesos de larte delantera del pie, metatarsianos, a diferencia de los del talón y mediopie, son huesos largos y finos con mayor movilidad, ya que su función primordial será la de aportar aceleración en el momento del despegue, y será precisamente la desigualdad o desequilibrio de los metatarsianos lo que va ha originar irregularidad en el reparto de cargas con los consiguientes signos de dolor en forma de metatarsalgias mecánicas, compresiones nerviosas tipo Morton e incluso fracturas de estrés. 
Pronación


La pronación es un efecto fisiológico y necesario para que el pie disipe buena parte de la fuerza de la gravedad, aumentada por el impulso en la carrera y la adaptación a las irregularidades del terreno. Esta pronación, que puede acontecer tanto en la recepción de talón como en el apoyo completo del pie y en el despegue del antepié y que tiene unos grados fisiológicos, se convierte en una patología cuando supera esos grados, en torno a 6-8, y hablamos entonces de corredor pronador. Es importante cuando valoramos la biomecánica de un corredor, tengamos en cuenta la dinámica del mismo, su estado de laxitud, peso y superficie de entreno, variables importantes para elaborar un buen diagnostico sobre la pronación.


LESIONES DERMATOLOGICAS DEL CORREDOR


Son las lesiones más frecuentes sobretodo en larga distancia y a pesar se su banalidad pueden resultar muy molestas. Algunas de las causas tenemos que buscarlas en el tipo de piel, hiperhidrosis (sudoración), el calcetín y el tipo de zapatillas.

Las lesiones más molestas son las ampollas, son quemaduras por fricción favorecidas por la humedad. Para intentar que no se produzcan es importante mantener un ambiente seco en los pies, jamás hidratarse los pies con cremas momentos antes de realizar las pruebas. Utilizar calcetines para la ocasión, con en el menor porcentaje de fibras sintéticas, tipo cool-max. Las zapatillas una vez elegidas las más apropiadas y sabedores que nos van bien ya que las hemos probado suficientemente con anterioridad en los entrenos, tienen que estar secas es decir sin sudor acumulado anteriormente. Recomendamos también utilizar en las zonas de fricción, vaselina (Skin Lube), las zonas más habituales son los dos primeros dedos, tanto dorsal como plantar, el arco del pie y la base del primer metatarsiano.

Otro tipo de lesiones dérmicas que hemos de solucionar antes o como mínimo disminuirlas son los helomas, callosidades localizadas en puntos de presión ósea, son lesiones que pueden aumentar si no las tenemos en cuenta.La dermatomicosis y los papilomas víricos son procesos infecciosos que debemos solucionar antes de la prueba ya que podrían interferir negativamente en nuestro rendimiento sobre todo en larga distancia.

Las uñas son la segunda causa lesional en cuanto a frecuencia, principalmente en 1º y 2º dedo. De ellas la más frecuente es el hematoma subungueal, cuyo tratamiento de drenaje ha de ser lo más rápido posible para aliviar el dolor y prevenir la pérdida ungueal. La inflamación por microtraumatismos en el dorso del dedo producen oniquias que son lesiones de la zona de la matriz ungueal. Se recomienda no cortar las uñas antes de la prueba, hacerlo los días anteriores intentando no exagerar en el corte y limar bien los cantos. Si en los entrenos ya aparece un dolor en alguna, es recomendable acudir al podólogo para intentar resolver el proceso, por que seguramente en la prueba aumentaran las molestias.